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Gabriel Moreno y Juan Valderrama, bajo la lupa de Bohórquez

Crónica de dos jornadas del XI Circuito de Cajasur con el Flamenco. Conferencias de Manuel Bohórquez sobre Gabriel Moreno y Juan Valderrama. Recitales de Joselete de Linares y El Cali en la Peña La Taranta de Linares, y Guillermo Cano y Rubén Levaniegos en la Peña El Trillo de Mancha Real.

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Para el XI Circuito Cajasur con el Flamenco, celebrado en la provincia jiennense, se han dado conferencias de muy diversa índole, tema esencial en lo jondo. El flamenco tiene esa parte histórica que es necesaria conocer para valorar aún mejor la idiosincrasia de este arte, que, aunque no tiene más de doscientos años, ha rellenado páginas y páginas. Páginas que también ha rellenado Manuel Bohórquez y que, con sus cuarenta años dedicados al periodismo, la crítica, la investigación, y amistad personal con los artistas, demostró su coherencia y sabiduría en estos lares del flamenco.

 

La primera de las conferencias, con su doblete en dos días consecutivos, fue en la Peña La Taranta de Linares, donde el tema de la charla era Gabriel Moreno, referente flamenco. La jornada incluía un recital posterior de José Heredia Joselete de Linares y Fernando Contreras El Cali.

 

Manuel no se limitó a dar la típica conferencia llena de datos archivísticos y hemerográficos, cosa que se agradece, porque, aunque a algunos nos guste eso, a la mayoría de personas les aburre. Trató de reivindicar a base de anécdotas y vivencias la figura de Gabriel Moreno, cantaor nacido en Linares y menospreciado por la afición flamenca. En palabras de Manuel, “decían que cantaba agachonado”. Esto era por sus cualidades de voz, una voz musical, timbrada y melódica, y su gusto por cantaores de la talla de Marchena, Valderrama o Chacón, entre otros.

 

Gabriel, como bien decía Manuel, fue un cantaor muy largo, conociendo todos los estilos, grabando un elepé por año, o incluso dos. Su personalidad creadora era abrumadora, aunque perteneciente en su mayoría a la escuela de los Pavones y de otros grandes del cante, dejó grabados catorce estilos de tarantas distintos, fandangos personales y los tangos de la Carlotica, su madre.

 

Terminó reivindicando que Linares debería hacer algún tipo de reconocimiento, tanto en la parcela de nombramientos en alguna calle, plaza, etc., como la de elaborar una obra biográfica a gran escala que recoja la magnificencia de ese genial cantaor, nacido en la Calle Guillén de la ciudad minera de Linares.

 

 

«Habría que reivindicar en un centro de documentación todo lo relacionado con la vida del maestro Valderrama. Los jóvenes han de descubrir quién fue el jilguero de voz prodigiosa, que aunque es querido y admirado en muchos lugares de España aún se le tiene como un simple cupletista»

 

 

Tras la charla, comenzó el recital de Joselete de Linares al cante, y el Cali a la guitarra. José hizo cantes de Gabriel Moreno, como los tangos de la Carlotica y los fandangos personales de Gabriel, muy difíciles de ejecutar, por las condiciones vocales que requieren. Cantó también por malagueñas, soleares, romance de su admirado Caracol y fin de fiesta por bulerías. A sus 62 años, José está mejor que nunca, con una voz que aguanta, suficientes recursos, conocimiento de los cantes y lo que se llama duende, es decir, transmite y mucho. Los cantes fueron por su sitio, o lo que es lo mismo, a la vieja usanza, acompañado por un Cali que estuvo en su línea, apoyar al cantaor en lo que él le pedía, supeditándose a él y dando una actuación muy digna y con arte.

 

 

 

 

La siguiente conferencia de Manuel Bohórquez fue en Mancha Real, en la Peña el Trillo, lugar que dentro de poco sufrirá una gran reforma para ampliar su espacio, ya que cuenta con unos 250 socios y el espacio se queda pequeño. La charla en esta ocasión fue para reivindicar a un cantaor que, si fue muy conocido y admirado, también en ciertos momentos de su historia artística fue un tanto denostado, y no por ser mal artista, sino por su cuna de nacimiento. Nacimiento que tuvo lugar en Torredelcampo (Jaén), pueblo pequeño, pero precioso, que nada tiene que ver con Sevilla, Jerez o Cádiz, que dio a uno de los más grandes de todos los tiempos, que fue el maestro Juan Manuel Valderrama Blanca.

 

Bohórquez siguió en la línea del día anterior, dando una charla sobre las anécdotas y vivencias al lado del maestro de Torredelcampo, dando mucho valor a las escuelas cantaoras de las que aprendió, como los Pavones, Marchena o Vallejo. Hizo hincapié en que fue uno de los grandes creadores de todos los tiempos, con 16 estilos personales de fandangos, siendo maestro en los cantes por tarantas y el que más estilos tiene grabados junto con Pepe Marchena.

 

Por tanto, habría que reivindicar en un centro de documentación todo lo relacionado con la vida del maestro Valderrama. Los jóvenes han de descubrir quién fue el jilguero de voz prodigiosa, el artista que no dejaba de producir con su voz pura música en los temas que interpretaba y que, aunque es querido y admirado en muchos lugares de España, aún se le tiene como un simple cupletista. Valderrama no dejó de ser un artista muy completo y cantaor de lo mejor que ha dado la historia.

 

Para amenizar la noche, Guillermo Cano al cante y Rubén Levaniegos a la guitarra. Guillermo es de esos cantaores de voz melódica, musical, afinada y dulce. Los cantes que hizo estuvieron en dos líneas muy distintas, entre lo que cantaba Valderrama, con su copla y la personalidad de Guillermo. Guillermo realizó además cantiñas, tangos al estilo de Morente, soleá apolá, unas peteneras a su estilo personal, nueva creación que, aunque a algunos puristas les pueda chocar, la música no es otra cosa que creación e innovación. La capacidad creativa no puede ser encorsetada, sino hay que dejarla libre y que vuele. Y diré más: el flamenco en tiempos de El Planeta o Silverio en nada se parecía a lo que se hace hoy, el flamenco ha evolucionado muchísimo en doscientos años de vida, sobre todo por las creaciones personales de los autores. Por ello, me atrevo a decir que este arte es de autor, no popular, sino popularizado. Terminó con fandangos, con su voz timbrada y dulce, recordando a artistas que por ciertos clanes del flamenquismo nunca estuvieron bien vistos, como Marchena.

 

Siguiendo con el recital, le toca el turno a Rubén Levaniegos, joven guitarrista sevillano, con muchas facultades para darle un buen sonido flamenco a la sonanta. Conoce bien su trabajo y tiene recursos suficientes para salir airoso de los toques más complicados. Sabe cuándo, dónde y cómo realizar cualquier enigma que se le antoje al cante, por lo que esperemos que siga así y le espere un buen futuro.

 

 

 

 

 

 

 

Texto y fotos:

José Ramón Checa Medina

 

 


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