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Camarón y los recuerdos, treinta años después

Aquel 2 de julio de 1992, mi hermano sintió la pérdida de Camarón de la Isla como la de un familiar o conocido, y por eso le pidió a mi padre que le acercara, dos días después, a San Fernando para asistir su entierro. Mi sitio tendría que haber estado en San Fernando, junto a ellos.

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El 2 de julio de 1992 estaba programada en la Expo 92 la película Sevillanas de Carlos Saura en la Plaza Sony, justo antes de la actuación de Los Ronaldos. No sé cuántos visitantes despistados asistieron a aquella proyección sin saber que ese mismo día el mundo del flamenco, y Andalucía en general, andaban de luto por el fallecimiento de Camarón de la Isla. Sí que recuerdo cómo sentó en casa, especialmente a mi hermano, que a sus 18 años sintió por primera vez cómo la pérdida de un ídolo puede afectar como la de un familiar o conocido. Y por eso no dudó en pedirle a mi padre que le acercara, dos días después, a San Fernando para asistir su entierro.

 

Yo, que por entonces empezaba con mis discos del underground musical anglosajón y renegaba de todo aquello que había compartido hasta entonces en el entorno familiar (de Triana a Lole y Manuel, de Camarón a Caracol). Decidí no unirme y aprovechar el sábado para asistir con mi bono de día a la Exposición Universal.

 

A mi vuelta sería cuando me contaron toda aquella experiencia. Lo complicado que les resultó acercarse entre tanta gente, cómo el pueblo gitano, su pueblo, se había entregado completamente y, por supuesto, cómo sintieron que los protagonistas aquel día debían ser ellos, lo que les obligó a optar por relegarse a una segunda línea, desde la que mi padre no pudo hacer las fotografías que deseaba. Un mal sabor de boca, confirmado días después al ver el revelado de los dos carretes tirados, por no haber logrado el reportaje que le hubiese apetecido. El que sí consiguió, por ejemplo, el día de la Revolución de los claveles en Lisboa o el del Referéndum de Andalucía en febrero de 1982 y de los que tenemos muestras gráficas en casas, en ambos casos reveladas por él mismo en blanco y negro.

 

 

«Hoy suena en casa el ‘Potro de rabia y miel’ como homenaje a Camarón de la Isla, a su importancia en la cultura de Andalucía y en mi aprendizaje personal, a mi propia familia y a las raíces que nos han ido construyendo como personas hasta llegar a lo que somos a día de hoy»

 

 

Sin embargo, ahora, treinta años después de aquel día y con un hijo adolescente de 14 que ya difícilmente se apunta a realizar tareas en común con sus padres, entiendo que por encima de esas fotos, por encima de un sitio más o menos privilegiado desde el que observar la manifestación de dolor y muy por encima de todo lo allí visto y sentido, estaba la experiencia de haber hecho algo juntos, padre e hijo, que servía para mantener esos lazos de los que yo siempre traté de escapar con esa falsa autosuficiencia emocional que tantos años me ha costado (y aún no he logrado del todo) gestionar y comedir. Y es ahora cuando yo comprendo que, por mucho que hubiese disfrutado del día de Expo ese sábado, mi sitio tendría que haber estado en San Fernando, junto a ellos, añadiendo una historia más a esa nube de recuerdos que forja la memoria y el recuerdo de las personas a las que quieres.

 

Pero al menos hoy están aquí en mi salón todas esas todas fotos de las que mi padre no se sentía orgulloso, que observo y que para mí tienen mucho más valor que las que hicieron periodistas profesionales entonces, y la copia del vinilo de Potro de rabia y miel que mi hermano se compró pocas semanas antes de la muerte de José Monge y que ahora, con todos los chasquidos de disco mal cuidado que tenía cada disco que pasaba por sus manos, suena en casa como homenaje a Camarón de la Isla, a su importancia en la cultura de Andalucía y en mi aprendizaje personal, a mi propia familia y a las raíces que nos han ido construyendo como personas hasta llegar a lo que somos a día de hoy, un amasijo de influencias y recuerdos, muchas heredadas y otras aprendidas, que con esfuerzo y nuestra gran dosis de trabajo, tratamos de compartir igualmente con quienes tenemos cerca.

 

Por curiosidad he estado rebuscando por Internet y he encontrado un folleto en el que se indica que el 4 de julio en la Exposición Universal de Sevilla se celebró el día de Larios, en el Palenque actuó la Panda de Verdiales Primera de Comares, en el Pabellón de los EEUU se celebró el día de la independencia, en el de Hungría actuaron Los Niños Prodigiosos y en la Plaza Sony se volvió a proyectar la película Sevillanas justo antes de una colección de videoclips de la banda R.E.M.

 

Fotos de Manolo Domínguez Veloso, padre del autor del artículo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manolo Domínguez

 

 

 

 


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