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¿Un fenómeno consolidado?

Que Rosalía no es una cantaora lo saben hasta las nutrias de Orellana. Echó las redes en el mar del cante jondo a ver qué caía y cayeron hasta flamencólogos. La compararon con Pastora, y aún no han sido detenidos. Ella no tiene ninguna importancia flamenca. Ninguna.

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¿Rosalía es un problema para el flamenco o su salvación? Hay opiniones de todos los colores y para todos los gustos. El arte flamenco no necesita que lo salven porque no está secuestrado ni en peligro de extinción. Es verdad que anda un poco como la Chata, digamos pasando una crisis de identidad y, por tanto, de confusión, pero de peores crisis hemos salido. ¿Se acuerdan de cuando Demófilo decía que Silverio iba a matar el cante gitano y resulta que no, que fue todo lo contrario, que evitó su desaparición abriendo cafés cantantes, creando una compañía de artistas y peleando para dignificarlo?

Que Rosalía no es una cantaora lo saben hasta las nutrias del pantano de Orellana. Es una cantante con ínfulas de cantaora, solo eso. Nos fastidia cuando se dice que nunca ha ido de cantaora, porque no es cierto. Sí ha ido y va de eso, porque sabía que por ahí tendría un pasillo para ser lo que ya es, una cantante de éxito internacional que cobra lo que le da la gana cobrar. Le gustan la fama y el dinero, de eso no hay duda, y eligió el cante flamenco, en vez de la ópera o la canción española, porque sabía que el cabreo de los puristas le iba a venir muy bien para su objetivo.

Echó las redes en el mar del cante jondo para ver qué caía y cayeron hasta prestigiosos flamencólogos, de los veteranos modernos y progres, sin necesidad de dar nombres. Algunos de estos visionarios de la jondología dijeron que la cantante catalana era una especie de revolucionaria que había venido para salvar al flamenco de perecer en el barro del tedio y la rutina. Hasta la llegaron a comparar con la Niña de los Peines, y aún no han sido detenidos. Vale, de eso hace ya un par de años y seguimos esperando, aunque no sabemos muy bien qué. Es que canta ante decenas de miles de personas. ¿Y qué? Eso lo han hecho ya otros y otras artistas flamencos.

Luego está el asunto de que Rosalía le haga daño al cante flamenco. No creemos que tenga fuerza para eso, aunque esté hasta en la sopa. Eso lo decían de Silverio, Marchena, Lebrijano y Morente, por citar claros ejemplos de revolucionarios. ¿Podría entenderse hoy el cante sin estos genios? Ni mucho menos. Pero es que Rosalía no tiene ninguna importancia flamenca. Ninguna. Ni creemos que a la larga vaya a traernos algún tipo de beneficio con sus remedos medio flamencos. Si no fuéramos un país tan cateto, como somos, esta muchacha no interesaría más allá de lo que es, una cantante de éxito que se dio cuenta del rollo que la haría rica.

 


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