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Mairena, ¿un cantaor orejero?

Una cosa es meter la oreja para pillar matices y otra muy distinta calcar a otro cantaor, algo que Mairena no hizo nunca porque tuvo su propio sonido.

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Tomás Pavón, uno de los dos tres genios que ha dado el cante jondo, llamaba “orejeros” a los cantaores que metían la oreja en las reuniones para pillarles cosas a los demás cantaores. No es, por tanto, algo despectivo, aunque pudiera parecerlo. Tomás solía decir que Antonio Mairena era “orejero”, porque metía mucho la oreja. Que era raterillo, vamos, como se suele calificar a los que aprenden de esa manera. En el señor Mairena, eso se comenta siempre como una cualidad, por su afición. Es sabido que si le hablaban de algún cantaor gitano que hacía unos cantes raros o geniales, se iba a Jerez, el Puerto o Málaga a meter la oreja. Luego, esos cantes los procesaba y hacía casi siempre una obra maestra, como ocurrió con los tangos de El Piyayo, las soleares de La Jilica o los tangos de La Calila.

 

 

«Tomás Pavón solía decir que Antonio Mairena era “orejero”, porque metía mucho la oreja en las reuniones para pillarles cosas a los demás cantaores. En el señor Mairena eso se comenta siempre como una cualidad, por su afición»

 

 

Es algo que no solo hizo Mairena, como es lógico, sino casi todos: don Antonio Chacón, Manuel Torres, Pastora, Marchena o Caracol. Este último, que fue un genio creativo, buscaba a La Moreno en la Alameda de Hércules, se encerraba con ella en un cuarto y se emborrachaba escuchándole sus bulerías por soleá o para escuchar. Y hacía lo mismo con Macandé, al que escuchaba desde la tapia del centro mental gaditano donde estaba internado Gabriel. Luego, Caracol era también un cantaor “orejero”, según la teoría de Tomás. Entonces, en aquella época, el cante se aprendía de esa manera, aunque ya había discos de pizarra, pero no era fácil hacerse con una gramola, sobre todo para familias pobres.

 

Antonio el Sevillano me contó un día en su casa que solía ir con Joaquín el de la Paula a escuchar discos de pizarra a una tienda de Alcalá en la que vendían discos y catálogos. Joaquín escuchaba mucho en esa tienda los discos de Manuel Torres y Chacón, los dos genios de la época. Eso era también meter la oreja, evidentemente. El cante se aprende escuchando. Camarón venía a Sevilla con frecuencia a escuchar al Chiquito de Camas y buscaba en Jerez al Torta o en Málaga al Chino, porque era un gran músico y los grandes músicos, todos, se nutren de la música que les rodea y de los artistas que les gustan. José Monge adoraba a La Perla y al Chaqueta e interpretó sus cantes pasados por el tamiz de su prodigiosa garganta, pero sin calcarlos. Es que se trata de eso, de tener una personalidad.

 

Una cosa es meter la oreja para pillar matices y otra muy distinta, calcar a otro cantaor, algo que Mairena no hizo nunca porque tuvo su propio sonido.

 

 


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Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

1 COMMENT
  • Carlos A. Ordoñez 3 marzo, 2022

    Como en efecto, así copió la Soleá de manos de Juaquín quien, probablemente la bebió de Cuba en sus veinti tantos. Mariena no salía de casa de los Paula….

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