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El papel de las flamencas

El papel de la mujer en el flamenco es indiscutible, hasta el punto de que sin ellas este arte no sería tan rico como lo es en la actualidad. Crearon en casi todos los palos, igual que los hombres, aunque este hecho no haya sido suficientemente valorado por la flamencología.


Recientemente fue el Día Internacional de la Mujer, como recordamos aquí en ExpoFlamenco, y estuve reflexionando sobre su papel en el flamenco, en la historia de este arte centenario. Alguien me dijo un día que la primera mujer que cantó con melismas flamencos fue una madre mientras intentaba dormir a su hijo, creando la nana, seguramente el primer cante. Puede ser. Lo que es indudable es que la mujer aparece ya en este arte cuando salen las primeras noticias en los periódicos y los libros. Y aparece no solo en las fiestas privadas, sino en el teatro y en los cafés. En las fiestas de la alta sociedad sevillana a las que iban las boleras, artistas como La Campanera, La Naranjita o Manuela Perea La Nena, siempre había unas “gitanas de la Cava” para amenizar estos saraos. Seguramente eran las esposas, madres o hermanas de cantaores gitanos como Juan el Pelao, su primo Francisco la Perla o Manuel Cagancho. Y de esa fusión de la escuela bolera y la gitana nació con toda seguridad el baile flamenco.

En lo que respecta al cante, cuando sale la mujer no lo hace como mero adorno de los cafés, sino como artistas ya reconocidas, en muchas ocasiones con cantes propios, como María Borrico, La Sarneta, La Peñaranda, La Trini o la Rubia de Málaga. Crearon en casi todos los palos, igual que los hombres, aunque este hecho no haya sido suficientemente valorado por la flamencología. Por tanto, el papel de la mujer es indiscutible, hasta el punto de que sin ellas este arte no sería tan rico como lo es en la actualidad. Hoy, por poner algunos ejemplos, la mujer está en todas las disciplinas del género andaluz: en el cante, el baile y el toque –la mujer guitarrista desapareció y parece que vuelve–, la docencia, la flamencología, la crítica y la dirección de festivales nacionales e internacionales –Jerez y Mont de Marsan–, entre otras. También hay peñas flamencas dirigidas por mujeres, algo que se ve ya tan normal como que las presidan los hombres. Incluso contamos con excelentes investigadoras, lo que era impensable hace algunas décadas.

 

«Al margen de anécdotas y hechos puntuales y aislados, lo cierto es que la mujer flamenca no está hoy cuestionada en ningún aspecto»

 

Nadie le ha regalado nada a las mujeres flamencas, sino todo lo contrario. Si hoy están ahí, codo con codo con los hombres y en todas las disciplinas, es porque han trabajado mucho y han sabido ocupar el puesto que tienen. Sin complejos, además. Es cierto que todos conocemos anécdotas históricas, unas publicadas y otras no, de cierto machismo, aunque el machismo estaba en la sociedad y afectó también al flamenco. El cantaor Juan Talega, por ejemplo, no era partidario de que las mujeres gitanas cantaran determinados palos, y no digamos las no gitanas, que él creía machunos, como las tonás y las seguiriyas. Pero son casos aislados.

Las mujeres lo cantan hoy todo, hasta las tonás, porque las seguiriyas las han cantado siempre, desde los tiempos de aquella María Borrico, de San Fernando (Cádiz), que fue capaz de meterle las cabras en el corral al mismísimo Silverio Franconetti. Pero al margen de anécdotas y hechos puntuales y aislados, lo cierto es que la mujer flamenca no está hoy cuestionada en ningún aspecto. Recuerdo que la hija de la Niña de los Peines, Pastora Escacena Pavón, Tolita, me contó una tarde en su casa que su madre fue llamada al orden una noche en una fiesta porque se atrevió a cantar por seguiriyas detrás de todo un Manuel Torres. Alguien le llamó la atención y fue el propio genio jerezano quien le dijo al señorito machista: “Métete la lengua donde te quepa, que a mí me parió una seguiriyera –su madre Tomasa cantaba, al igual que su padre–, y, además, Pastora puede cantar lo que quiera, delante o detrás de quien le dé la gana”. El Día Internacional de la Mujer es cada día del año.

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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