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Candil alumbra a todos por igual

La Peña Flamenca de Jaén presenta hoy, 10 de marzo, la digitalización de la revista Candil. Coincidiendo con el cincuenta aniversario de su fundación, va a dar a conocer el proceso por el que sus 166 números han sido convertidos al soporte digital.

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Hoy es un gran día. La Peña Flamenca de Jaén presenta esta noche, 10 de marzo, la digitalización de la revista Candil. Coincidiendo con el cincuenta aniversario de la fundación de quienes encabezan el sector flamenco de la provincia más olvidada de Andalucía, el colectivo va a dar a conocer el proceso por el que sus 166 números hasta ahora editados han sido convertidos de un soporte de información a uno digital, cómo se ha realizado el control de calidad de la documentación y cómo se ha escaneado todo el programa hasta quedar protegido en el mejor sistema de almacenamiento del siglo XXI.

 

El editorial de su primer número, publicado en abril-mayo de 1978, contextualizaba la publicación y llamaba la atención sobre los elementos claves de sus fines: «Al punto del sexto aniversario de la Peña Flamenca de Jaén, «CANDIL» se presenta así a todos los amigos del flamenco: como una comunicación escrita con deseo de cubrir áreas de reflexión aún inexploradas en este arte o, acaso, enfocadas con un tratamiento insuficiente. Esto pretende ser «CANDIL» sin otras pretensiones, sin otra relevancia que el mismo amor por el flamenco y la conciencia de que intentamos recuperar algo, entrañablemente, nuestro».

 

Son ya 45 años de tirada de la revista editada por la Peña Flamenca de Jaén. Principió en la primavera de 1978 y tuvo su antecedente más inmediato en Flamenco, difundida por la Tertulia Flamenca de Ceuta desde 1976 y sólo alcanzó 14 números. Aquel alumbramiento fue una propuesta que Ramón Porras le hizo al presidente de entonces, Pepe Cruz, quien pondría los pilares de lo que, a partir de su mandato, llegaría a ser la actual Peña Flamenca, un edificio cultural muy sólido que contribuyó al fortalecimiento de lo autóctono pero también al sentido de pertenencia social.

 

El colectivo nunca lo tuvo fácil, pues si Pepe Solís, su primer presidente, hubo de afrontar las vicisitudes del franquismo, ya que la entidad nació en 1971 y aprobó sus estatutos en 1972, con Pepe Cruz fue testigo del Año de la Constitución Española, es decir, vivió el texto de los ponentes constitucionales, las elecciones sindicales, los más del medio centenar de asesinados por ETA y, poco antes de que naciera la movida juvenil de la Transición, se produjo el nacimiento de la revista Candil, el medio que encarnaba la llama viva de lo jondo sobre el aceite, lo más representativo de Jaén, de ahí el logotipo que la representa.

 

De aquella primavera de 1978 a julio de 2020 se han lanzado 166 números, guarismo que se justifica porque dejó de editarse en diciembre de 2005 con el número 157, reiniciándose en abril de 2020, de ahí el total de las 166 revistas, que son las que la Diputación Provincial de Jaén, presidida por Francisco Reyes Martínez, ha digitalizado para, con el apoyo de la Peña Flamenca de Jaén que dirige Alfonso Ibáñez Sánchez, ponerlos a disposición de los lectores, con lo que se consuma el proceso que le faltaba a la revista Candil: alcanzar la cima del tránsito hacia la sociedad del conocimiento.

 

 

«La revista Candil, gracias al mecenazgo que la Diputación Provincial de Jaén asumió en 2020, da esta noche, de manera exponencial, una evolución a sus estanterías. Inicia una etapa más tecnológica y refuerza su vocación de servicio desde este enlace»

 

 

¡Cómo reconforta que el órgano que dirige las entidades territoriales locales, la Diputación Provincial, y el tejido asociativo, queden unidos por lo que Aristóteles denominó “bien común”! Y lo hacen atendiendo al bienestar de la ciudadanía pero en términos de un beneficio superior, el interés de la comunidad cultural. Unos y otros dan contenido y coherencia a sus funciones sociales de conservar el testimonio cultural, y si los segundos son agentes socio-culturales y parte organizada de la sociedad, los primeros saben que, aun no siendo los peñistas Administración Pública, también tienen objetivos de intervención en la sociedad.

 

La digitalización, por tanto, de la revista jienense significa que el servicio público es el que estimula y empuja a la acción cultural. Registrar los datos que aportan sus casi 7.000 páginas en forma digital, para que se usen como herramienta a fin de garantizar la accesibilidad a la información, no sólo cumple con la finalidad de difundir las reseñas, críticas y los trabajos de opinión e investigación procesados, sino que lleva a cabo una función también capital: proteger los soportes originales y conservarlos.

 

Nadie es ajeno a que vivimos en un mundo donde empieza a primar lo intangible por encima de lo palpable. El soporte físico está llamado a extinguirse como una llama. Parece que tiene los días contados, dado que las nuevas generaciones lo que más utilizan son los materiales digitales. Y al mundo del flamenco no le quedaba otra que adaptarse a las nuevas peticiones de una sociedad criada en pleno auge tecnológico.

 

 

Portada del número 166 de la revista Candil, 2020.

 

 

En este punto, no puedo acallar el lamento por el desdén de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, que, al hacer caso omiso a la digitalización del exclusivo fondo archivístico de las Peñas Flamencas de Andalucía, asume lo que aprendimos de Albert Einstein –“Todo aquello que el hombre ignora no existe para él. Por eso el universo de cada uno, se resume al tamaño de su saber”–, como lo ratifica la ausencia confirmada esta noche por Víctor M. Expósito Molina, del delegado territorial de Cultura y Patrimonio Histórico en Jaén.

 

La Junta de Andalucía tiene que aceptar que los archivos de las Peñas Flamencas están vinculados a la custodia, la organización, la preservación y la difusión de aquellos documentos que son historia del flamenco, instituciones reconocidas socialmente pero que han de evolucionar esencialmente en sus cambios de funciones, dado el crecimiento de la documentación y el avance de la informática y las redes, de ahí la urgencia de convertir los registros analógicos en formato digital, proporcionar acceso inmediato a los datos y facilidad de manejo a la hora de seleccionar, capturar, organizar, procesar, diseminar y preservar lo que fuimos, si queremos ir más allá de lo que somos.

 

La revista Candil, gracias al mecenazgo y al firme compromiso que la Diputación Provincial de Jaén asumió en 2020 –el Ayuntamiento de Jaén está como la Junta de Andalucía, o como la Diputación Provincial de Sevilla con la revista Sevilla Flamenca, al otro lado de la Historia–, da esta noche, de manera exponencial, una evolución a sus estanterías. Inicia una etapa más tecnológica y refuerza su vocación de servicio desde este enlace.

 

Y lo hace a sus 45 años de vida. Anuncia su digitalización no para cambiar el mundo de la cultura flamenca, pero sí para mejorarlo, porque poner a disposición de todos el almacenamiento, procesamiento, búsqueda y recuperación de la información contenida es devolver a la vida el sueño de quienes lo dimos todo por la revista. Y hacer magia con el quinqué de la cultura es apreciar la luz cuando el amanecer aún está oscuro.

 

Imagen superior: Alfonso Ibáñez Sánchez y Francisco Reyes Martínez. Archivo Peña Flamenca de Jaén

 

 

Portada del número 1 de la revista Candil, 1978.

 

 


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De Écija, Sevilla. Escritor para el que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Entre otros, primer Premio Nacional de Periodismo a la Crítica Flamenca, por lo que me da igual que me linchen si a cambio garantizo mi libertad.

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