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Paloma Gómez: «Cuando bailes, ama, llora, enfádate, sé feliz… ¡vive!»

Cuarta entrega de la serie Flamenco Around The World, con la firma de Jafelin Helten. En esta ocasión, entrevista a la bailaora malagueña Paloma Gómez, exintegrante del Ballet Nacional de España, que imparte clases de danza española estilizada y flamenco desde la International Spanish Dance Academy.

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Paloma Gómez, nacida en Málaga, Andalucía, comienza sus estudios de danza a la edad de tres años. Con solo 17 años ingresó en el Ballet Nacional de España. En el año 2000 fundó su primera compañía, que realizó giras nacionales e internacionales en algunos de los más prestigiosos teatros del mundo. En los últimos catorce años, ademas de como intérprete, ha desarrollado su carrera artística como coreógrafa invitada y maestra especialista en danza española estilizada y flamenco. No en vano, ha desarrollado su propio método de enseñanza –Paloma Gómez International Spanish Dance Academy– y lo ha puesto en práctica en distintos centros internacionales de danza. Fue artista invitada en la Gala Homenaje a Alicia Alonso, organizada por el Instituto de Danza Universidad Juan Carlos I, con la asistencia de la Reina Doña Sofía. En la gran pantalla, Paloma participó como actriz y bailarina en la película Rotas, estrenada en el Festival Internacional de Cine de Chicago. «Es tan grande lo que yo siento cuando bailo que no puedo evitar hacer lo posible por compartir mis conocimientos con otras personas para ayudarles a sentir, al menos, una pequeña parte de lo que yo siento bailando. Como siempre, algo bueno compartido es mucho más emocionante que en solitario».

 

 

– ¿Qué le define cómo bailaora? 

– La definición que me dan los que me han visto bailar es elegancia, fuerza y sensualidad.

– ¿Qué maestros de flamenco son sus primeras referencias? 

– Mis primeras referencias fueron mis padres, Raquel Rodríguez y José Luis Gómez, que fueron mis primeros maestros. Luego los maestros Antonio Gades, Victoria Eugenia, Paco Romero, Paco Fernández, Rafael de Córdova, Matilde Coral, Carmen Mora, el Güito.

– ¿Cree que hay que tener una personalidad específica para el baile flamenco?

– Sobre todo, creo fundamental ser una persona dotada de gran sensibilidad y capacidad para expresar las emociones sin filtros a través del baile.

– ¿Qué le inspira más para componer sus coreografías?

– Normalmente todo lo relacionado con el amor. El dolor que provoca el amor, la alegría que genera el amor, la ira por la pérdida de un amor… Siempre el amor.

 

 

«Lo que le da sentido a esta maravillosa y difícil profesión es eso, respirar bailando, reír bailando, llorar bailando, amar bailando»

 

 

– ¿Cómo planea sus coreografías? ¿Las escribe o las monta mientras va creando?

– Primero tengo la necesidad de expresar algo que nace en mi interior. Normalmente es la música quien abre la puerta de mi inspiración. Luego cierro los ojos y visualizo, escuchando la música, la coreografía, a modo de boceto. Esto me permite estructurarla para que lo que en ella quiero transmitir se entienda. Una vez creado este boceto, me dejo llevar por la emoción, la música, y como por arte de magia van saliendo las palabras (los pasos).

– ¿Cómo explica emocionalmente lo que siente cuando baila flamenco en comparación a lo que siente cuando baila danza española? 

– Lo cierto es que emocionalmente no siento diferencia. La diferencia es el lenguaje utilizado, pero las mismas emociones se pueden expresar tanto desde el flamenco como desde la danza española. Es como decir “te quiero” en dos idomas distintos: la emoción y el sentimiento son lo mismo. Al menos yo lo siento de esa manera.

 

 

La bailaora Paloma Gómez. Foto: Dean Paul

 

 

– Al bailar ballet, danza estilizada y contemporánea, ¿se le hace difícil la transición al flamenco? 

– En realidad, no. Yo me formé desde niña en todas esas especialidades de danza, por lo que para mí era natural cambiar de un estilo a otro. Es como el niño que aprende varios idiomas a la vez según está aprendiendo a hablar, puede cambiar de un idioma a otro de manera natural.

– ¿Qué métodos usa para hacer que el estudiante se adentre emocionalmente para bailar una soleá?

– En general, a mí me gusta que mis alumnos consigan expresar sus emociones a través de la danza, ya sea con una soleá o con un Sevilla de Albéniz. Para mí la danza es un medio de comunicación y expresión de las emociones. No siempre es fácil, pero intento que se olviden de lo que les rodea y que se focalicen en lo que sienten e intenten contármelo bailando. Ese es uno de los momentos más emocionantes de la enseñanza.

– ¿Cómo describiría un cuerpo flamenco estéticamente perfecto? 

– Yo creo que la estética en la danza es importante. Por lo tanto, un cuerpo que permita transmitir las emociones o sentimientos, es decir, que este dotado de gran expresividad, es, para mí, el cuerpo perfecto.

 

 

«Para las coreografías me inspiro en el dolor que provoca el amor, la alegría que genera el amor, la ira por la pérdida de un amor… Siempre el amor»

 

 

– ¿Qué recuerdos tiene del Teatro Teresa Carreño de Caracas (Venezuela)?

– Unos recuerdos maravillosos. Un gran teatro, un programa lleno de excelentes artistas internacionales y todas las personas que allí conocí, encantadores y muy muy amables. Guardo un gran recuerdo de mi participación en la Gala Internacional de Estrellas de la Danza en el Teresa Carreño.

– El mejor momento de su vida.

– Es difícil hablar sobre uno solo, ya que, afortunadamente guardo en la memoria grandes momentos vividos. Pero ya que preguntáis por uno, os hablaré de la emoción que sentí la ultima vez que mi padre me vio bailar. Fue en el Teatro de la Latina con la compañía de José Antonio y Los Ballets Españoles. Yo interpretaba a la Molinera en la obra El Sombrero de Tres Picos, formando pareja con José Antonio Ruiz (exdirector del Ballet Nacional de España). Me consta, que para mi padre ver cómo interpretaba ese papel como primera bailarina junto a José Antonio –al cual admiraba muchísimo– le llenó de orgullo y significó algo grande. Mi querido padre se fue de este mundo a las pocas semanas, pero sé que la felicidad que sintió desde la butaca de este querido teatro le acompañó hasta el último de sus días con nosotros.

– ¿Apoderarse de un escenario es lo más difícil o más fácil para usted?

– Pues con sinceridad, hay días que es fácil y otros que no. Es la magia del escenario, nunca sabes al cien por cien qué sucederá.

– ¿Qué es lo esencial en este momento de su carrera profesional?

– Para mí en este momento es esencial compartir todos los conocimientos que he adquirido a lo largo de mi carrera profesional de la mano de mis grandes maestros y compañeros. Siento que he sido tan afortunada que me veo en la obligación, maravillosa obligación, de compartir con las nuevas generaciones este legado.

– ¿Qué mensaje le envía al mundo de la danza y el flamenco?

Bueno, pues mi mensaje es muy sencillo. Cuando bailes, ama, llora, enfádate, sé feliz… En definitiva, ¡vive! Lo que le da sentido a esta maravillosa y difícil profesión es eso, respirar bailando, reír bailando, llorar bailando, amar bailando, etc.

 

Imagen superior:  Rubén Gorde

 

 

Jafelin Helten

 

 

La bailaora Paloma Gómez. Foto: Rubén Gorde

 

 


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