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Giraldilla Flamenca a Pedro Peña: el flamenco son muchos amaneceres

Crónica de la Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña en la Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla), con la actuación de Perico el Pañero y Antonio Carrión. Una tarde de juerga, gitanos y payos en honor a Pedro.

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Por el Callejón de los Frailes olía a macetas de gitanillas. Sonaban las guitarras. La Peña Flamenca Pepe Montaraz se vistió de etiqueta para otorgar la XXXII Giraldilla Flamenca a un semidiós de Lebrija: Pedro Peña Fernández, hijo de María La Perrata, hermano de El Lebrijano, padre del guitarrista Pedro María Peña y el pianista Dorantes. Artista preocupado y comprometido con la cultura gitana, defensor de los valores de su etnia. Gitano a mucha honra, guitarrista, cantaor, escritor y maestro. Pero sobre todo buena persona.

 

Es de agradecer a la peña y a su junta directiva, con su presidente Juan García a la cabeza, el reconocimiento a su figura. Ya era hora. Los homenajes hay que hacerlos en vida. Y a nadie mejor que a Pedro, que desde la primera fila recibía los abrazos de aficionados, familiares, amigos y artistas colmándolo de felicidad. Se sentó a disfrutar del momento y parecía un tótem gitano al que peregrinaban para rendirle tributo.

 

Después de la lectura del acta del acuerdo para la imposición de La Giraldilla, su cuñado Alfonso García ofreció una semblanza en la que destacó el carácter poliédrico de Pedro como flamenco multidisciplinar y gitano de respeto. Flamenco esencial que durmió con las nanas de La Perrata y mamó el arte de la teta. Un niño que vivió una infancia de contradicciones en la que de puertas para adentro disfrutaba del gozo de su gitanidad y tras el muro invisible de la intolerancia sufrió situaciones desagradables por pertenecer a su etnia. Hechos que cuando tuvo conciencia le sirvieron para promover sus valores y erigirse como estandarte abanderado de los gitanos flamencos.

 

Maestro de profesión, ejerció en Las Cabezas, Lebrija, El Cuervo y Gelves, donde ahora vive. Fue promotor de La Caracolá lebrijana y La Noche de los Brujos, una especie de aquelarre cultural de poesía y flamenco. A principios de los setenta creó la Hermandad del Rocío de Lebrija. Es padre de cinco hijos para los que procuró formación musical y académica. Posee una personalidad carismática. Es generoso y en el flamenco nada excluyente. En las innumerables fiestas que lleva en sus carnes solo tiene una norma: «Si estás en el sitio al que acude el duende, no hables ni te cruces. Y si no tienes compás, no hagas palmas». Con un «Honores a ti. Te quiero, cuñao» culminó Alfonso con lágrimas en los ojos.

 

 

«Perico El Pañero se adueñó del compás y lo paseó por las tablas. Elevó su figura esbelta como un junco y a arrecogías de chaqueta bailó y cantó con un arte sin par en estos tiempos. Para compararlo hay que irse al aire de Anzonini, EL Funi o Paco Valdepeñas»

 

 

Era el momento de los actos protocolarios. La junta directiva de la peña y el alcalde de Lebrija, José Benito Barroso, se subieron a la tarima para proseguir con los elogios. El presidente de la peña le impuso La Giraldilla y Pedro alivió su emoción regalándonos unas palabras de agradecimiento. En ellas hubo lugar para el recuerdo de su niñez en un colegio interno donde aprendió a amar a Lebrija en la distancia imaginándosela a vista de pájaro. La añoraba dibujándola en las tapas de los cuadernos. Habló de aquellas fiestas familiares y de las vivencias como caldo de cultivo del flamenco, más allá de la teoría. El estudio está bien, pero el flamenco hay que vivirlo. Como decía su amigo El Piro, «el flamenco son muchos amaneceres».

 

 

Perico El Pañero. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

 

Calculo que algunos habrá vivido Perico El Pañero. Ramón Soler, eminencia de la investigación flamenca, lo presentó. Dio paso al algecireño con la guitarra de Antonio Carrión y las palmas de Ángel Peña y Rafael Jero.

 

Perico desgranó un recital jondo y festero. Se entregó sin miramientos. Estuvo a gusto. Si bien el sonido le supuso alguna mala jugada con la afinación, lo tapó con un sabor intenso a cante rancio y antiguo. El que no arriesga no gana. Y al que lo da todo y tiene sus mijitas, afea estropearle el retrato.

 

Su cante recuerda a Juan Talega y Mairena. Engancha un jipío en la soleá y te arrolla. Alcalá, La Andonda… Su voz engolada viajó en el tiempo. Se apoyaba en los viejos. A compás por tangos rebuscó entre sus cositas y lo hizo distinto. En la ronda de fandangos se rompió con la letra de lo puedes matar si quieres, te doy mi corazón. Pero hirió más en la seguiriya. Desgarró en el cambio por Triana y remató al sentir en sus entrañas el crujío del cristalito del maestro de Los Alcores. La bulería por soleá fue la antesala de culmen de su actuación, con mecidas muy personales y un guiño a Rosalía de Triana en las minas de Egipto. Le hizo caso a Tere Peña, periodista radiofónica flamenca hermana del homenajeado. Le pedía desde la silla que se levantara a bailar por bulerías. Y el cierre del recital fue una golosina de flamencura de apellido Lérida.

 

Perico se adueñó del compás y lo paseó por las tablas. Elevó su figura esbelta como un junco y a arrecogías de chaqueta bailó y cantó con un arte sin par en estos tiempos. Para compararlo hay que irse al aire de Anzonini, EL Funi o Paco Valdepeñas, de quien tuvo la deferencia de hacer algo. Puso la peña boca abajo al socaire de la sonanta precisa, flamenca y amable de Carrión, que supo acompañarlo con enjundia. Bulerías y bulerías romanceás zamarrearon Lebrija. El entarimado se fue llenando de espontáneos: José Lérida, hermano de Perico, Pedro María Peña, Pedro Peña hijo y Luis de Chimenea, que sostuvo en su garganta esas letrillas de al pocito yo voy por agua y no llevo soga o la banda sonora de los Peña, amigos ya no hay amigo.

 

Una alforja de gitanería para Pedro que desde su sitio adelantaba las manos sonriendo en señal de profundo regocijo y placer ante tamaño ofrecimiento de arte en su honor. Por si fuera poco, desfilaron frente a él familiares y artistas que quisieron ofrendarle. Así disfrutamos del cante de Inés Bacán y el baile de Fernanda Peña o la joven Paula. Aun después de echar el cerrojo a la tarde, la gente seguía cantando en su presencia y hasta Pedro quiso entonarse por lo bajini para el oído de Perico. Los aficionaos se resistían a dejar Lebrija. Ya en el patio siguieron las pataítas y el cante. Una tarde de juerga, gitanos y payos en honor a Pedro. ¡Va por ti!

 

 

Ficha artística

Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña
Peña Flamenca Pepe Montaraz. Lebrija (Sevilla). 1 de mayo de 2022
Mantenedor: Alfonso García
Cante: Perico El Pañero
Guitarra: Antonio Carrión
Palmas: Ángel Peña y Rafael Jero

 

 

Inés Bacán le canta a Pedro Peña. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

Pedro Peña y Juan García. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

Ángel Peña, Rafael Jero, José Lérida, Perico El Pañero, Luis de Chimenea y Antonio Carrión. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

Perico El Pañero y Antonio Carrión. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

Fernanda Peña. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

Paula. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

Pedro Peña. Imposición de la XXXII Giraldilla Flamenca a Pedro Peña. Peña Flamenca Pepe Montaraz (Lebrija, Sevilla). 1 mayo 2022. Foto: Kiko Valle

 

 


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Cantaor de la escritura. Jondura utrerana extrema.

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